miércoles, 5 de octubre de 2016

72 AÑOS DE LA ADHESION DE PICASSO AL PARTIDO COMUNISTA FRANCÉS


Marcel Cachin
“Picasso a apporté son adhésion au Parti de la Renaissance française”
[Picasso ha manifestado su adhesión al Partido del renacimiento francés]
L’Humanité, 5 de octubre de 1944


Nos complace dar la bienvenida al gran artista que solicita la entrada en nuestro Partido Comunista.

Nos sentimos muy honrados por esta adhesión. Sabemos el lugar que ocupa Pablo Picasso en la pintura moderna.

Es el maestro incuestionable de nuestro tiempo. Su renombre es universal. Si hoy les preguntásemos a los artistas de la URSS, a los de los países anglosajones, a los de los países latinos, todos designarían unánimemente a Pablo Picasso como el primero de todos ellos y como el maestro incuestionable de la pintura contemporánea. Lejos queda la época en que los ignorantes recelaban de las audacias y las fórmulas novedosas de este gran mediterráneo. En nuestro tiempo, incluso quienes permanecen apegados a las formas de arte tradicionales reconocen que Pablo Picasso abrió las puertas de una nueva vía para el arte de la pintura y para el arte en general. Admiran en él la vuelta al color exaltado que ensalza la alegría de vivir. Comprenden que la visión del artista ante lo real es diferente de la de los profanos. Reconocen que un cuadro de Picasso sorprende por su poder de evocación, por la eclosión de color, por su carácter decorativo, porque expresa la vigorosa personalidad del autor.

Picasso es uno de los innovadores más audaces, pero pertenece al glorioso linaje de los grandes artistas. Evoca a los obreros de la Edad Media que crearon el arte magnífico de las vidrieras de las catedrales. En su célebre galería se rodea de obras maestras del pasado que expresaron el profundo carácter de los artistas de antaño. Se siente heredero de ellos. Proclama su apego a Ingres y a El Greco, y más cerca de nosotros, a Cézanne. Este precursor de la modernidad modifica los conceptos heredados, pero, en el fondo, permanece fiel a sus antecesores en su interpretación nueva, refinada y peculiar de lo real.

Picasso nos honra con su presencia ahora que París se ha liberado del enemigo, cuando está a punto de inaugurarse el Salón de Otoño, en el que va a presentar numerosas obras recientes. Será una justa reparación, ya que, durante la ocupación nazi, la Gestapo ordenó el rechazo de sus cuadros en todas las exposiciones públicas o privadas. Este artista incomodaba a los Bárbaros, que lo insultaban a través de sus Mauclair en las revistas a sueldo de los ocupantes. La presentación de 80 obras de Picasso, pinturas y esculturas el próximo 6 de octubre será el momento culminante del salón, en el que se afianzarán los jóvenes artistas que se identifican con él y se postran ante su maestría.

Durante la ocupación, el artista recibió a veces la visita de la Gestapo, que tenía la gentileza de vigilarlo como si fuera un hombre peligroso. Los policías de Hitler no le perdonaban a este gran hijo de la gran España que hubiera participado en la resistencia del Frente Popular contra Franco, el aliado de Hitler y Mussolini. Durante los años de la resistencia española, Picasso fue director del magnífico Museo del Prado, el orgullo de Madrid y de la península.

Picasso es el hijo ilustre de la España democrática. Es oriundo de Andalucía, vivió en Barcelona y representa a su país en nuestro país, capital de la pintura internacional que se irradia a todas las partes del mundo. Un gran artista es siempre un gran ser humano y su pasión por la justicia lo ha guiado hacia nuestro partido, que se enorgullece de su gesto de ayer. Y dejamos constancia de las palabras exactas con las que declaró su adhesión al comunismo: “Ahora he encontrado mi verdadera patria”.

La patria espiritual, el esplendor que nos impulsa a encariñarnos cada vez más con las tierras de libertad en las que nos encontramos.

Fuente: Catálogo “Campo cerrado. Arte y poder en la posguerra española. 1939-1953”

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