viernes, 1 de septiembre de 2017

BREVE CRÓNICA DEL VIAJE DEL PINTOR DIEGO RIVERA A LA URSS HACE 90 AÑOS

En septiembre de 1927 el muralista Diego Rivera llegó a la Unión Soviética. El artista formaba parte de la delegación mexicana que emprendió un viaje a Moscú para celebrar el 10º aniversario de la Revolución de Octubre. Rivera pasó medio año en el país de los soviets dando conferencias y debatiendo temas artísticos y políticos. En mayo de 1928 Rivera hizo la maleta y salió huyendo de la URSS. 

Diego Rivera llegó a la Unión Soviética como miembro de la delegación oficial mexicana que iba a celebrar el 10º aniversario de la Revolución de Octubre. El muralista pasó medio año en la capital soviética, entre septiembre de 1927 y mayo de 1928.

Durante su estancia participó en debates y conferencias sobre temas artísticos, estrechando lazos con los comunistas rusos y realizando decenas de dibujos. Lo que más le impactó fueron las celebraciones en la Plaza Roja. Rivera hizo una serie de dibujos con acuarela y con lápiz, dedicados a los desfiles del 1 de mayo. Más tarde, estas obras fueron adquiridas por Abby Rockfeller y se encuentran actualmente en el Museo de arte moderno de Nueva York.

Detalle del fresco de Diego Rivera "El hombre controlador del universo" con León Trotski, Friedrich Engels y Karl Marx. Fuente: Éclusette (CC BY 3.0)Detalle del fresco de Diego Rivera "El hombre controlador del universo" con León Trotski, Friedrich Engels y Karl Marx. Fuente: Éclusette (CC BY 3.0)

En realidad, Rivera hacía estos dibujos pensando en la creación de una obra más imponente: tenía planeado hacer un fresco que representase las escenas de la vida soviética. Finalmente, en 1933 por encargo de la familia Rockfeller, Diego Rivera comenzó a pintar el mural El hombre controlador del universo para el Centro Rockfeller de Nueva York. Sin embargo, la obra no fue terminada debido a las discrepancias políticas y artísticas que surgieron entre Rivera y los Rockfeller. Cuando el mexicano se negó a quitar la figura de Lenin, la familia millonaria mandó destruir el fresco. Sin embargo, en 1934 Rivera reprodujo el mural en el Palacio de Bellas Artes de México.

Detalle de Lenin en la obra El hombre en el cruce de caminos (1934) de Diego Rivera, mural en exhibición permanente en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México. / Jaontiveros (CC BY-SA 4.0)Detalle de Lenin en la obra El hombre en el cruce de caminos (1934) de Diego Rivera, mural en exhibición permanente en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México. / Jaontiveros (CC BY-SA 4.0)

Parecía que Rivera se encontraba muy a gusto en Moscú, donde estuvo rodeado de comunistas y artistas con los que compartía y debatía sus ideas. Las cosas le iban tan bien que en noviembre de 1927 el muralista firmó un contrato con Lunacharski, comisario de Educación y Cultura de la URSS, para la creación de un fresco en el Palacio del Ejército Rojo. Pero no era una tarea fácil.
Los asistentes que ayudaban a Rivera eran amateurs, además, el mexicano discrepó en lo esencial con los comunistas. Rivera propuso modificar la sala principal del palacio quitando todas las decoraciones imperiales, que había clasificado como “basura”. Los expertos soviéticos se opusieron a los cambios, ya que querían una obra al estilo Imperio. Después llegó un nuevo encargo: hacer un retrato de Stalin (en aquella época los pintores de renombre se sentían obligados a retratar al secretario general del Partido Comunista para poder avanzar en su carrera artística). Pero, al parecer, esta petición no lo hizo mucha gracia a Rivera.

Llegó el invierno, duro y frío. Rivera enfermó y tuvo que ser hospitalizado en el Kremlin. Cuando salió del hospital, se dio cuenta de que las cosas habían empezado a cambiar muy rápidamente en su ausencia. Su nombre, que antes provocaba admiración y respeto en los soviéticos, ahora se recibía con gritos de protesta e indignación. Se enfrentó a una campaña de difamación. Se le criticaba por todo y por todas partes.

Ideológicamente, Rivera no encajaba en ningún grupo artístico. Se quedó atrapado entre los pintores elitistas de la vanguardia rusa y el socialismo real. Seguía buscando un camino intermedio. En este momento difícil conoció al grupo “Oktiabr”, pero se llevó una nueva decepción al ver que no compartía una parte importante de sus ideas.

Al mismo tiempo, Rivera seguía intentando sacar adelante el freso del Palacio del Ejército Rojo. Pero sus peticiones diarias de ayuda material para el proyecto se quedaban sin respuesta.
Al final, no aguantó esta situación y abandonó Moscú de forma brusca y repentina. Se fue a mediados de mayo de 1928 sin decir adiós a nadie.

Diego Rivera en la Plaza Roja de Moscú, en 1955. / APDiego Rivera en la Plaza Roja de Moscú, en 1955. / AP

Sin embargo, la historia no acaba aquí. Veinte y tantos años después, entre 1955 y 1956, Rivera volvió a Moscú. Hizo una serie de dibujos dedicados a la URSS, aunque esta obra no fue terminada. Un año más tarde, Rivera murió en México.

Fuente: Rusia Hoy

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